poesia de la errancia- seleccion de Aimée G. Bolaños




Allí

                              Descuidada de que me entendam ou não,
                                 falo as palavras,
                                 para mim também e primeiro,
                                 incompreensíveis.
                                                                 Adélia Prado
      
He perdido el centro.
Los mapas interiores están rotos.
Solo en el caos, la escritura
me regresa a la intuición pura.
Allí me espera
la palabra sin forma,
signo del ser deshecho.
Allí  voy al encuentro
de la palabra que no existe,
de la palabra muda
suspendida ante el abismo.


Al margen

Para los antiguos escribas oficiales
era minucia trascendente su labor.
Para los de mi tiempo, a veces,
epigonal  y metafísica.
Entre los claustros ungidos
y la nueva academia del desconcierto.

Pero a pesar de las evidencias
la obstinada escritura de las márgenes
sigue preguntándose sobre lo no dicho,
abre brechas de omisiones elocuentes
escarba y fija sin rituales esotéricos
como el más antiguo de los oficios malditos.


Sin nombre

Sueño con una libertad innombrable
nada que ver con la revolución francesa,
con los movimientos democráticos.
Con los libros existenciales.
Una libertad que no existe en palabras
que no ha sido traspuesta al pensamiento,
movimiento interior del alma pura,
levedad, transida alegría,
resurrección heterodoxa
que nos hace definitivos y cambiantes
dispuestos a transitar sin dolor todas las vidas.

Señora de la sétima morada


Tú sabes que todo es nada.
Conoces los daños de la soledad,
de ese estar con nadie.
Y aunque tu escritura
está hecha de lo indecible,
te deshaces con voz humilde
y no te cansas del coloquio bueno.
Los remedios del sufrir buscas
y extiendes tu obra y esperas.
Del alma dentro de sí
con sus sabrosos dolores,
con su dolor amoroso,
conoces los milagros.
Juntas penas con quietud
y tantas
que tuyo es el júbilo divino.
Tu mundo es de éxtasis
y de braseros
entre la nada y la centella.

Eres árbol de la vida
que está plantado
en la mismas aguas vivas de la vida.

                                                 De El Libro de Maat. FURG: Rio Grande, 2002.



Calixta Rey
(Cuba, 1895-1951)

Quasisoneto


Sueño velado: destierro,
ceiba que cobijas calma.
Halle reposo el viajero
solo a la sombra del ala.

Huérfanos de la tierra amada
sin el signo y la mandala.
De la infinita luz refractada,
apenas la sombra del ala.

No nos engañe el camino
que la errancia es partida,
pero también llegada.

Vivien  Liaños
(Cuba, 1942-1997)

Epitafio

 

Isla infinita,

dame tu piedra quieta,
devuélveme el peso.
                                                              

Aimée G. Bolaños

(Cuba, 1943)

 

me hago de retazos

de innumerables trajes
vestida
ya fui hija
de una isla
mediterránea
y del continente
reclusa y anarquista
lujuriosamente mística
todas las letras
me habitan
inmóvil de tanto viento
de un puerto cualquiera
siempre ahora
estoy partiendo
y partida
los trozos que soy
me navegan
no me busco
en la  historia
telón de fondo
patético
me busco
en el trasiego
de los menudos olvidos
blanca y negra cruzada
me miro
en un cristal irradiante
donde los rostros vuelan
mi discurso es una ráfaga
que me deshace
en infinitos fuegos
mi lengua viajera
estalla
entre la ausencia
y la espera


Alina César
(Cuba, 1962)

Declaración de amor al país natal

Extraña melancolía.
Frágil  desmemoria
que resistirá
el peso de la música
en las aguas territoriales.
Nostalgia de jamás
cuando me habitas.
Jubilosa saudade de ti
como eres
como has sido nunca.

En la paz leve de la noche
te amo con delicadeza.
En el centro del círculo
que te hace perfecto
equidistante de la pasión
te amo en la alegría
del silencio.
En el aire de los vuelcos
inasibles
que es una duda                                                                                       
o el augurio
más allá de las formas
te amo quietamente.
Innombrable y fijo
como una imagen
imposible de sueño borrada,
te amo en cada signo.

Agónica
encendida está la llama
para amarte una vez
y otra.

                                                                  De Las Otras (Antología mínima del Silencio).
                              Madrid: Torremozas,  2004.


Hogar

la puerta de la casa abierta
sueño feliz
de la viajera que regresa
al hogar desnudo
de la isla constante


Morada

mi nueva casa es un puente
sobre un río que pasa
cuando lo atravieso
me sé en verdadera morada

mi nueva casa es un camino
sobre una tierra alada
cuando ando celebro
cada uno de mis pasos.


Autorretrato con aire y en movimiento

                            Regreso a lo mío esta misma noche. Para mí es otro
                el aire que, al envolverme, me esculpe y me da forma.

 Alejo Carpentier
me hago en el aire
topo azul de los viajeros
situado en el centro
de la circunferencia
que un poeta escéptico
llamó Laberinto
o Universo
en su casa vital
me hago habitada
desde adentro
así voy y vengo 
en una torre de tiniebla
sin el menor sustento

con la palabra rauda
vuelvo ahora a lo mío
que es una isla feliz
de aguas interminables
en los dominios del viento


Autorretrato mítico

me tramo en el hogar del universo
cuyo centro imprevisible trazo
hilos entran y salen de mi vientre.
Mientras la espiral de mis ovillos
forma este impar mundo-casa
mi ser dual preso también atrapa
soy celosa protectora de una estirpe            
a cada ciclo de devoración renazco
el sol ciño con redes poderosas
de mí nacidas en gestación solitaria  
para que los fieros amantes de la noche
se reproduzcan en mis confusas tramas
hacedora de infinitos ilegibles
fiel a lo ilusorio del tejido
semejante a lo mismo y  lo diverso
soy la intrincada tela que imagino
Ariadna, Araña, Airò
velada Maya
yo


De Las palabras viajeras. Madrid: Betania, 2010.


Aimée G. Bolaños (Cienfuegos, Cuba). Lectora y escriba de ficción. Ensayista y poeta. Profesora de la Universidad Central de Las Villas y editora de la revista Islas (1968-1997. Doctorado en Rostock Universität, Alemania, y posdoctorado de Literatura Comparada en la Universidade Federal de Rio Grande do Sul, Brasil. Reside en Brasil, donde enseña literatura en la Universidade Federal do Rio Grande, también profesora adjunta de la University of Ottawa. Conferencista en universidades de Açemana, Canadá, Argentina, Brasil, España, Portugal y Francia. Entre sus obras más recientes de ensayo: Pensar la narrativa (2002), Poesía insular de signo Infinito. Una lectura de poetas cubanas de la diáspora (2008). Sus textos críticos aparecen en los libros: Identidades e estéticas compósitas (Porto Alegre, 1999); Globalização e literatura (Brasil, 1999); Esse rio sem fim: ensaios sobre literatura e suas fronteiras (Brasil, 2000;.Antologia de textos fundadores do comparatismo literário interamericano (Brasil, 2001); Historia de la literatura cubana (Cuba, 2002); Refazendo nós (Brasil, 2003); Da mulher às mulheres: dialogando sobre literatura, gênero e identidades (Brasil, 2006); Literatura e emigrantes: sonhos em movimento (Brasil, 2006); Dicionário de Figuras e Mitos Literários das Américas (Brasil, 2007); Imaginários coletivos e Mobilidades (Trans)Culturais (Brasil, 2008); Exploraciones en la narrativa de Luis Cabrera Delgado (Cuba, 2009); La mujer en la literatura del mundo hispánico, volumen 8 (Argentina, 2009). Ha prologado Cambalache (España, 2005) de María José Mures, Otro fuego a liturgia (España, 2007) de Alina Galliano y A Mapmaker’s Diary (EE.UU., 2007) de Carlota Caufield. Textos sobre Dulce María Loynaz, Carlota Caulfield, Alina Galliano, Juana Rosa Pita, Margaret Atwood, Carilda Oliver Labra, Adélia Prado, María José Mures, Mabel Cuesta, Félix Luis Viera aparecen en diferentes publicaciones de Cuba, Brasil, EE. UU., Argentina, Canadá, España, Argentina, México. Sus lecturas de poesía de la diáspora cubana integran numerosos libros, entre ellos, Voces negras de la literatura de las Américas (coorganizadora, en edición). Recientemente escribió sobre el concepto de diáspora para el Dicionário das mobilidades culturais: percursos americanos (Brasil, 2010). Sus poemas han sido incluidos en Sugar Mule, Videncia, Cadernos Literários, Caribe, Vigía, entre otras revistas. También en las antologías recientes: El espacio no es un vacío (Canadá, 1010), Antología de la poesía cubana del exilio (España, 2011) y en el libro de entrevistas Cuba Per Se. Cartas de la diáspora (EE. UU, 2009). Poesía: El Libro de Maat (Brasil, 2002), Las Otras. (Antología mínima del Silencio) (España, 2004), Layla y Machnún, el amor verdadero (España, 2006, en coautoría) y Las palabras viajeras (España, 2010). Se encuentra en proceso de edición Escribas. Actualmente escribe ul libro de poemas Visiones de mujeres con alas y edita un libro de ensayos, en coautoria con Jorge Carlos Guerrero (University of Ottawa). Mantiene una línea de pesquisa en torno a la poesia de mujeres migrantes latinoamericanas  












Aimée Bolaños- reflexion


De la errancia...
Aimée G. Bolaños

Nunca había pensando en errar, ni hubiera elegido ese incierto camino. Fue un destino que me escogió cuando quedé desprotegida. De tanto deseo de ver mundo, de sobrepasar un espacio asfixiante y de penas repetidas, di un salto al vacío que primero fue viaje con retorno y después se tornó interminable jornada de descubrimientos y extravíos. Desde esa experiencia personal, es que imagino la errancia.
Si el estado natural del ser humano es el movimiento, tan ligado al camino de la vida, como tradicionalmente se representa en las cantigas de caminantes y vsiones del alma, tendría que decir que con la vivencia del trecho recorrido he aprendido que errar es caminar sin rumbo, obstinadamente, en el silencio, “haciendo camino al andar” como dice el poeta con los saberes de su poesía.
Para el errante, el camino puede ser un horizonte tentador y, a la vez, callejón sin salida. La errancia es despropósito, fascinación vagabunda. Lleva consigo una tensión y, casi siempre, la renuncia a las verdades establecidas. En ella, la ausencia es interminable y la busca, siendo prometedora, no deja de ser conflictiva y dolorosa porque tiene lugar en un laberinto que tal vez no tenga salida, de modo que más que laberinto pudiera ser caos. Así, el minotauro que vive en cada uno de nosotros busca su sombra errabunda para completarse y con ellas partir hacia lo desconocido. Pero esa sombra en movimiento es escurridiza, habita todos los rincones de la casamundo y ninguno: el minotauro, uno mismo, deambula y se engaña. Palpable aunque volátil, la forma de la errancia muda sin cesar, de modo que si es cierto que existe un centro, nadie sabe aún como llegar a él. Tal vez ese centro sea mutante y sin fondo, un espejismo o apertura en abismo, semejante a aquella circunferencia borgiana llamada universo o como cualquier espejo del camino que duplica al caminante, sin que puedan identificarse las copias de los originales, proyectando cada matiz evanescente de un ser fulgurante.
El errático es aquel que confundió verdades y quién sabe si por eso está a la busca de certezas flexibles, indefinibles, abiertas, acordes a su incesante vaivén vital. Es alguien que privilegia las bondades de la duda productiva, que no es un preguntarse sin fin ni destino, sino una mirada inquisidora, insatisfecha y en perspecitva. Ha escogido la busca y ve en cada sendero bifurcado una nueva posibilidad de conocimiento e identidad.
Un andarillo errante, a diferencia del viajero clásico, no se detiene en el paisaje, sea natural o cultural, ni procura donde inscribirse porque ya ha ido más allá de sus raíces. También diferente del nómada, aunque muy parecido, no ha hecho de su movimiento identitario el rasgo definitorio de una etnia o comunidad. Se sabe solo y desposeído, va ligero y, aun apreciando los espacios y temporalidades, se sabe de tránsito, pasajero, itinerante. No se define por la emigración o el exilio en el estricto sentido político, sociocultural, aunque puedan situarse como punto de partida y guarde siempre un sentido profundo de exilio existencial. Perdida la matriz, va con ella simbólicamente, interiorizada la matria, ya reducida a lo esencial. Dentro de él, algo está roto sin concierto, si bien no desiste de los nuevos conocimientos y vislumbres en su trashumancia real y simbólica. Sus saberes son menos del arraigo que de los espacios, por descubrir. Y al traspasar cada uno de esos espacio de su errancia, traspasa también los significados que le fueron atribuidos. Sabe que todo es frágil, precario, efímero, pero esa inconstancia es la forma de si mismo y su camino.
Errar es condición humana principal. Inmóviles y ciertos, ¿qué seríamos?